Nuestra experiencia personal del tiempo, en parte, depende de lo que esperamos que suceda en él. Todos hemos estado alguna vez en una cola. Pues bien, ¿tendrías la misma percepción del tiempo si la cola es porque te han citado en hacienda, que si es para ver un espectáculo en el que actúa un familiar muy querido. Así que una cosa es el reloj, y otra nuestra vivencia personal de lo que marca.
Relacionada con esa vivencia personal, está la sensación que a menudo sentimos de que el tiempo se nos escapa entre los dedos, y no llegamos a sentirnos satisfechos del uso que de él hacemos. Como hemos dicho, esto es totalmente subjetivo, de acuerdo, pero nuestra vida está compuesta de obligaciones personales, familiares y laborales, que por más subjetiva que sea nuestra percepción, lo cierto es que debemos afrontarlas queramos o no.
¿Qué podemos hacer entonces para sentirnos mejor con el uso que hacemos de nuestro tiempo? Muchas cosas: ser más eficaces en el trabajo para poder disponer de más tiempo personal no llevándonos trabajo a casa, planificar adecuadamente nuestro tiempo de ocio para abarcar más, reducir horas de sueño y así poder hacer algo de deporte, por ejemplo.
Para que este tipo de acciones lleguen a aposentarse en nuestro día a día, debemos incluirlas dentro de un plan personal de actividades a desarrollar. De otro modo, se quedan en deseos sin cumplir.
La organización personal del tiempo es una de las claves, siempre que no la convirtamos en una obligación. ¿Y cómo conseguimos que nuestras necesidades no se conviertan en una obligación? Para ello, debemos tener muy claras las necesidades personales que queremos satisfacer, hacer una lista con ellas, tachar aquellas que sean más un sueño que una posibilidad real, y jerarquizar las que queden en orden de importancia personal.
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Recuerda que son alternativas que nos exigen un nivel de compromiso y a veces algo de sacrificio personal, que debemos estar seguros de querer afrontar. Si no estamos seguros de llevarlo a cabo, lo que estaríamos haciendo es conseguir más tiempo a cambio de más ansiedad, y no merece la pena poner en riesgo nuestra salud física y emocional. Esto es muy importante, ya que al fin y al cabo lo que estamos buscando es sentirnos bien con el uso de nuestro tiempo. Para ello sé humilde en tus aspiraciones, y conforme vayas consiguiéndolas, revisa tu lista. Muchas veces, conseguir un pequeño cambio de hábitos es conseguir mucho.
Finalmente, un aspecto muy relevante a la hora de planificar nuestro tiempo, y que a menudo no tenemos en cuenta o no le damos importancia, es saber distinguir si las cosas en las que ocupamos nuestro tiempo son urgentes o son importantes. Confundirlas puede dar al traste con nuestra planificación. En este caso, lo importante tiene que ver con nuestros resultados, metas y objetivos, que no son otros que sacarle más provecho al tiempo sin que se convierta en una obsesión. Lo urgente requiere de una acción inmediata por nuestra parte, que debemos valorar con mucho cuidado.
Por ejemplo: cuando algo sea urgente e importante a la vez, hazlo sin demora; pero si es urgente pero no importante, quizá no tengas por qué hacerlo en ese preciso momento, interrumpiendo y alterando la programación personal que te hayas propuesto.
Diferenciar lo urgente de lo importante es útil tanto a nivel personal como laboral, pues te dará la sensación de dominar tus tareas y tus compromisos, y con ello, tu tiempo.
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